
Los números del Observatorio varían levemente con el del último informe elaborado por el bloque de diputados URC Evolución Santa Fe, que cuenta 172 homicidios en Rosario en lo que va del año. Según ese documento, el 82% de las víctimas de homicidio son hombres, el 81% de los homicidios dolosos se produjeron con armas de fuego y el 10% con armas blancas.
En tanto, el 65% de los homicidios fueron ejecuciones, es decir ataques con arma de fuego dirigidos a víctimas en la vía pública y a bordo de (o escapando en) autos o motos.
Por último, el documento del espacio político que comanda Maximiliano Pullaro, exministro de Seguridad durante el macrismo, consigna que el 50% de las víctimas son jóvenes de entre 15 y 29 años.
En sintonía con los números, el arzobispo de Rosario Eduardo Martín, manifestó su preocupación ante la creciente ola de asesinatos (fueron siete en los primeros cuatro días de agosto), balaceras, amenazas y extorsiones: “Quiero poner el acento en la paz porque estamos viviendo una violencia terrible”. “Si esto no se para nos va a arrastrar a todos”, advirtió en diálogo con La Capital.
“Rosario se está desangrando. Es hora de que las autoridades se tomen en serio lo que nos está pasando y no miren para otro lado”, cerró el religioso.
Homicidios en Rosario: 19 víctimas menores de 18 años
El homicidio de Elena, una beba de un año, acribillada junto a sus padres a la salida de una boda narco fue la antesala de un código que se rompió: matar menores de edad, un límite que se cruzó y que genera conmoción, incluso, entre algunos narcos de jerarquía en la región.
Ocurrió el 29 de enero, en Ibarlucea, muy cerca del salón en el que Brisa Leguizamón y Esteban “Pinky” Rocha celebraban su matrimonio. Los tiros que mataron a la beba estaban dirigidos a sus padres: Maximiliano Iván Giménez y Erica Vanesa Romero. A los sicarios que los interceptaron no les importó que en la camioneta en la que se trasladaban también estaba su hija.

Una situación similar ocurrió el 23 de abril cuando cuatro killers bajaron de una camioneta y atacaron a tiros el Audi en el que se trasladaban Marcos Camino, Micaela Bravo junto a sus dos hijos Bautista y Ciro, de 6 y 1 año. El mayor alcanzó a huir, pero su hermano murió junto a su padre en el vehículo. Su mamá falleció días después en el hospital.
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En junio, en Villa Gobernador Gálvez, parte del Gran Rosario, un adolescente de 16 años, miembro de “Los Picudos”, una organización que realiza crímenes por encargo, fue detenido por el asesitado de Geraldine Gómez, una beba de un año y siete meses que murió al quedar en medio de un ataque narco.
El homicidio de Lucas Vega, un chico de 13 años que jugaba al fútbol en Rosario Central, volvió a encender las alarmas. Sobre todo, por la crudeza de los ejecutores: el juvenil se había juntado con sus amigos en la esquina de su casa del barrio Emaús y desde un auto, que pasó por ese lugar, les dispararon a todos. Lucas recibió un tiro en el pecho y no logró sobrevivir.
Dos días más tarde, sicarios en moto asesinaron a Zoe Romero, una adolescente de 15 años. “Vos que no molestabas a nadie, te pido perdón por no poder protegerte”, se lamentó en redes su novio.
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