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Cómo poner mi mirada en Jesús

    Por consiguiente, tener la mirada fija en Jesús es proseguir su Palabra que nos dejó por medio de las Escrituras. Ser obedientes, no dejarnos llevar por cosas que no vienen de Dios, y que pese a las adversidades, confiemos en que con la mirada puesta en Jesús, nuestro sendero va a ser mucho más simple.

    Hebreos 12:1-3

    En nuestro caminar de la vida cristiana, como acólitos de Jesús, somos llamados por Dios a sostener de forma continua nuestra mirada en Jesús. La palabra de Dios, en el libro de Hebreos, tras enseñarnos sobre la fe en el capítulo 11, nos exhorta a correr con fe y paciencia la carrera que contamos por enfrente, teniendo siempre y en todo momento la mirada fija en Jesús, siguiendo de esta manera el ejemplo de nuestro Señor. y Salvador Jesucristo, quien jamás puso los ojos en el padecimiento o la adversidad en el momento en que entregó su historia en la cruz por amor a nosotros. En la vida cristiana, nuestra fe es de manera continua probada y todos los días somos movidos a vivir por las conmuevas y con lo que ven nuestros ojos y no por la fe, pero si perseveramos en nuestra fe y no abandonamos la mirada de Jesús, la recompensa va a ser aguardándonos

    Introducción:

    Fijar la mirada en Jesús es: atención total, separar la mirada de toda distracción para contemplar un elemento. Es ver a Dios y no al hombre. Coloca tus ojos en Jesús y en absolutamente nadie mucho más; es meditar bien en ver a un fin, y nuestro propósito es Cristo, esto es, no es eliminar la mirada de Cristo Jesús para ponerla en otra sección.

    Prácticamente la mayoría de la carta a los Hebreos fue redactada a judíos que se habían transformado al cristianismo, esto es, habían recibido a Cristo como su salvador personal, pero estaban en incesante riesgo de regresar al judaísmo, deseaban continuar llevando a la práctica ritos judíos.

    ¿Qué ocurre en el momento en que separamos la mirada de Jesús?

    • 1. Nuestra atención a Jesús por el momento no es una prioridad.
    • 2. Empieza en nuestra vida un desvío del rumbo correcto.
    • 3. Cualquier sendero que tomemos, siempre y en todo momento va a ser erróneo y erróneo
    • 4. Perdimos el sendero a la Gloria de nuestro Padre.
    • 5. Hemos olvidado tus promesas y tus expresiones.
    • 6. El cariño y la fe en Jesús desaparecen.
    • 7. El centro de nuestra atención van a ser los temas personales. (Filipenses 2:21) «Por el hecho de que cada uno de ellos busca lo suyo, no lo que es de Jesucristo».
    • 8. La oración y la comunión con Dios se vuelven irritantes para nosotros, entonces la suprimimos.
    • 9. Dejamos de congregarnos, procuramos disculpas para no llevarlo a cabo.
    • diez. Observamos las cosas que están fuera de la intención de Dios.
    • 11. Nos transformamos en esclavos de temas que dominan nuestra atención: trabajo, televisión, deportes, viejas amistades, diversión, entre otros muchos.
    • 12. Nuestro corazón se entumece y se endurece hacia Dios.
    • 13. Nos transformamos en personas amargadas, oscuras y resentidas.
    • 14. Nos transformamos en personas que critican las faltas del resto.
    • 15. Nos comienza a irrumpir un espíritu de lamentación, protesta y chismorreo.

    1. Jesús se transforma en el centro de nuestra vida, y le obedecemos en su palabra.

    Ver significa querer

    Ver a Cristo significa admitir que él es nuestra recompensa. Hay un paralelo en este pasaje entre hacia dónde observamos en nuestra carrera y hacia dónde miró Jesús en la suya. El artículo afirma de la premonición de Jesús: «por el gozo puesto enfrente de él».

    Observamos ciertas cláusulas mucho más adelante que esta recompensa fue su «sentarse a la diestra del trono de Dios». Allí fijó la mirada. Fue la visión de esa línea de misión lo que lo llevó a través del mal y la vergüenza. Era su propósito.

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