Son soberbia, avaricia, envidia, furia, lujuria, gula, pereza.
Los errores opuestos a las virtudes teologales son, por su naturaleza, mucho más graves que el resto. De hecho, ya que las virtudes teologales tienen por objeto a Dios, los errores que se les oponen comprometen una aversión directa y primordial hacia Él. En otro pecado mortal, por contra, la razón del mal y su gravedad surgen de la aversión a Dios, ya que si la conversión al bien transitorio fuera viable sin la aversión a Dios, si bien fuera desorganizada, no sería pecado mortal. Por ende, el pecado que, primeramente y por sí solo, supone aborrecimiento de Dios, es el mucho más grave entre los errores fatales.
No obstante, a las virtudes teologales se enfrenta la infidelidad, la desesperación y el odio a Dios. Y entre ellos, si el odio y la infidelidad se equiparan con la desesperación, los primeros se muestran mucho más graves en sí mismos, esto es, para los de su clase. La infidelidad, naturalmente, procede del hecho de que el hombre no cree en nuestra verdad de Dios; el odio, por contra, de contrariar exactamente la misma amabilidad divina; desesperación, de no aguardar la participación de la amabilidad sin limites. Por consiguiente, considerados en sí mismos, es mayor pecado no opinar en la realidad de Dios, u abominarlo, que no aguardar de él su gloria. Pero considerado desde nuestro criterio, y relacionado con los otros 2 errores, la desesperación acarrea un riesgo mayor. De hecho, la promesa nos divide del mal y nos introduce en el sendero del bien. Por esta razón, en el momento en que se pierde la promesa, los hombres se lanzan sin freno al vicio y abandonan todas y cada una de las buenas proyectos. De ahí que, exponiendo las expresiones de Glosa si, caído, desesperas en el día de la angustia, reducirán tus fuerzas (Pv 24,diez), redacta: No hay solamente execrable que la desesperación; Los que padecen de esto pierden la perseverancia no solo en el trabajo común de esta vida, sino más bien asimismo, bastante peor, en el certamen de la fe. Y San Isidoro, por su lado en el libro De summa bono, redacta: Cometer el pecado es la desaparición del alma; pero perder la calma es descender al infierno. (S. Th., II-II, q.20, a.3, resp.)
IDOLATRÍA
Este se encuentra dentro de los errores mucho más condenados en las escrituras, y al tiempo tiempo que a De las trampas más frecuentes en las que cae la multitud, la trampa de la idolatría es doble:
- 1. Capturar la atención del adorador en ídolos sin valor, que los desvían de Dios;
- 2. Por mentir a la multitud y hacerlos indiferentes a la voz del verdadero Dios, y ciegos para poder ver la realidad;
por Martin G. Collins Forerunner, «Answer Ready» noviembre de 1998
¿Hay distintos grados de pecado? ¿Es peor cometer adulterio que hurtar? ¿O asesinato que patraña? ¿O cometer idolatría para quebrantar el sábado? ¿Hace Dios distinciones entre diversos tipos de pecado?
Romanos 6:23 nos comunica precisamente que “la paga del pecado es muerte”. ¿Significa esto que todos y cada uno de los errores son iguales? Según la ley, ¿es exactamente lo mismo un chismoso que un asesino en serie? ¿Es un ladrón de poca monta tan pecaminoso como un abusador de pequeños?