La primera misión del Espíritu Santurrón es transmitirse y, siendo Dios, el primero de sus dones, el que tiene dentro todos los otros, es el don del amor.
“El primer don de toda vida cristiana es el Espíritu Santurrón. No es uno de muchos dones, sino más bien el Don primordial. El Espíritu es el don que Jesús prometió mandarnos. Sin el Espíritu no hay relación con Cristo y el Padre. Por el hecho de que el Espíritu abre nuestro corazón a la existencia de Dios y lo atrae a ese ‘remolino’ de amor que es el corazón mismo de Dios. No somos solo huéspedes y peregrinos en el sendero de esta tierra, somos asimismo huéspedes y peregrinos en el secreto de la Trinidad”, resaltó el Papa Francisco a lo largo de la audiencia general de este miércoles, donde dedicó su catecismo a la oración como relación con el Muy santa Trinidad, particularmente, con el Espíritu Santurrón.
“En el Espíritu todo cobra vida: los cristianos de siempre y sitios tienen la oportunidad de hallar a Cristo. La oportunidad de localizar a Cristo está abierta no solo como figura histórica. No, Él atrae a Cristo a nuestro corazón, es el Espíritu el que nos hace localizar a Cristo. Él no está lejos, el Espíritu está con nosotros: Jesús todavía forma a sus acólitos convirtiendo sus corazones, como lo logró con Pedro, con Pablo, con María Magdalena, con todos y cada uno de los apóstoles. Pero, ¿por qué razón está Jesús presente? Pues es el Espíritu quien nos la trae», explicó el Papa, recordando que «es la experiencia que han vivido muchas frases: hombres y mujeres que el Espíritu Santurrón formó según la ‘medida’ de Cristo, en la clemencia, en servicio, en la oración, en la catequesis”.
Los Siete Dones del Bendito Espíritu
El quinto don del Bendito Espíritu es el don del conocimiento; se distingue del don de comprensión. Pues el comprensión debe ver con las cosas divinas, y el don del conocimiento tiene considerablemente más que ver con las cosas de este mundo. Quiere decir que podemos ver este mundo con ojos espirituales, con ojos transformados por el Espíritu Santurrón. Entonces podemos comprender la hermosura considerablemente más inigualable que el Espíritu Santurrón dió a las cosas. De esta forma, no nos apegamos a las cosas de este mundo ni nos dejamos esclavizar por ellas, pues todas de ellas nos conducen a Dios.
Con este don, San Francisco de Agarráis supo alegrarse con cada criatura sin perder su distribución total a Dios.