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Dónde leen cartas en Cali

    Tarot y tirada de cartas en Cali: 3 desenlaces CHAMAN JOSE. Atiende a Cali desde su oficina primordial en Bogotá, D.C. hamanjose. con. ELEGUA ESOTÉRICA. Cr 17F 33A 20. www.esotericoselegua.com. Tarot hechizos y rituales de Claudia Gómez. Atiende a Cali desde su oficina primordial en Medellín.

    El negocio de la fe, de vender promesa, se encuentra dentro de los negocios mucho más prósperos que hay. Y mucho más si le agregamos un toque de secreto, de algo sobrehumano, la cosa redondea.

    Leo las cartas del tarot, la baraja de españa y hasta las cartas de la ciudad de los ángeles. Lo hice por el hecho de que desde pequeño sentí vocación por ese planeta y pensaba que tenía un don, que me hacía ver ocasiones o hechos que acababan pasando hasta en una pequeña taza de chocolate. Y yo tenía una popularidad inesperada en el campo.

    Escritura y régimen

    Escriba siempre y en todo momento en primera persona del singular; Por servirnos de un ejemplo: «Le escribo», «Le doy la bienvenida», «Espero». Escriba en plural solo si la autorización está firmada por múltiples personas, pero en el momento en que un gerente redacta representando a múltiples personas, es preciso redactar en primera persona.

    Redactar en todos y cada uno de los casos en el tono de “tú”. Use un lenguaje cortés y respetuoso, aun si está presentando una protesta o dando una orden.

    ”En el momento en que murió Andrés, la vida de nuestra familia se dividió en 2”

    En el prólogo del libro El cuento de mi vida, la hermana de Andrés; Victoria Caicedo dice:

    ”En el momento en que murió Andrés, la vida de nuestra familia se dividió en 2. Treinta años después, las tres hermanas, Vickie, Pilar y Rosario, tienen la posibilidad de decir precisamente dónde estábamos el día de las novedades, qué hicimos para intentar resguardar a nuestros progenitores de un mal tan profundo y de qué manera lo sobrellevamos. Si bien Andrés por el momento no vivía en la casa de mis progenitores, la mayor parte de sus cosas -libros, manuscritos, cuentos, afiches, guiones, casetes, gacetas, periódicos- estaban en el cuarto que siempre y en todo momento guardaba y que aguardaba sus múltiples devoluciones. . En el momento en que alguien muere, entre los procesos mucho más lacerantes para las familias es ordenar las pertenencias de la persona que no está, y de mi madre, una mujer formidablemente fuerte y práctica, pero cuya vida acabó siendo interrumpida por la desaparición de sus hijos. . , optó por almacenar todo en varios baúles y baúles, los metió en el sitio que había sido la habitación de Andrés y les puso candado. En el momento en que murió, solo tenía un libro anunciado ¡Que viva la música! El día de hoy tiene cinco, con traducciones a otros lenguajes y sus proyectos están en todos y cada uno de los países latinos. El interrogante lógica es ¿qué sucedió? Mi padre, en un desarrollo solitario y muy intrépido, un día abrió los baúles y dedicó el resto de su historia a clasificar su obra y conocer de a poco a su hijo Andrés. Los amigos —esos «pocos buenos amigos»— fueron parte primordial del desarrollo que derivó en la difusión de su obra, en el «culto» que se creó sobre su historia y en el cuidadoso estudio que las entidades académicas hicieron de su obra literaria. No obstante, hubo ciertas piezas —sus diarios— que rescaté de la vivienda de mis progenitores, intentando de que no se leyesen, y las guardé celosamente a lo largo de treinta años. Siempre y en todo momento estuvieron en mi mesa a la noche y fueron objeto obligado de lectura y relectura; en el momento en que Rosario vino a Colombia, los compartimos, intercambiamos recuerdos y los volvimos a almacenar, hasta el momento en que empezamos el desarrollo de clasificación artesanal para la distribución a la Biblioteca Luis Ángel Arango, de la llamada Compilación Andrés Caicedo, y los diarios cobraron vida. Son 4 cuadernos con anillas, escritos de su puño y letra, ahora un tanto turbios y con el amarillo del tiempo. Por la claridad de la letra, uno puede de forma fácil decir si en el momento en que los escribió se encontraba en un «torcis» —como él lo llamaba— o si pasaba un largo tiempo. En el verano de 2006 tuvimos múltiples encuentros con la editora María Elvira Bonilla, quien por su parte lo conoció de niño; leíamos los contenidos escritos en voz alta, hicimos una selección de lo que en un inicio llamamos su “línea final”, les creamos un hilo conductor, recorrimos álbumes de fotografías familiares para ilustrarlos. Incluímos 2 cartas finales: una, la que le redacta a su amigo Miguel Marías, corresponsal de la gaceta Ojo al cine en La capital de españa, en contestación a una suya, recibida el 04 de marzo de 1977. Esta carta estaba en el rodillo de la trama de redactar. La otra es una última carta a Patrícia, que Pilar siempre y en todo momento guardó y que tomó de la mesa del comedor del apartamento de Andrés el día de su muerte. Este es el libro que tienes en la mano.”

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    Varios de los adjudicatarios son ancianos, como es la situacion de la Sra. . María Ofelia, quien llegó desde la región rural de Palmira acompañada de una de sus nietas:

    “Lo que recibo el día de hoy me da mucha alegría en la mitad de todo cuanto significa rememorar con mal la pérdida de mi hijo, hay 25 años. Mi deseo es honrar a mi hijo viviendo mis últimos años de una forma mejor, mucho más sosegada, en mi casa mucho más organizada. Recordarlo y honrarlo con mi amor es mi mayor deseo”, ha dicho Sra. 76 años.

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