El silencio de los hombres es un dicho. No es ?nada?, sino más bien ?algo? bien difícil de transcribir para las mujeres, con tantas peculiaridades distintas. Su concepto se descifra en lo que irradia y no en la decodificación así.
Manuel Sánchez Monge Manuel Sánchez Monge es Vicario General de la Diócesis de Palencia. Resumen del producto: Educar y evangelizar es, esencialmente, continuar procesos de maduración personal. Haz que todos nosotros alcance la plenitud de sus opciones, para lograr, -comentando en sentido católico-, la medida del hombre especial que es Cristo. Las dos tareas solo son probables si creamos el lote fértil conveniente: el silencio interior. La sepa de silencio indica un vacío interior. Y es exactamente en este exceso de expresiones inútiles donde nace tanta confusión, tanta superficialidad, tanta liviandad que padecemos el día de hoy los hombres y mujeres. Alcanzado el silencio interior, nuestras expresiones consiguen un sonido nuevo, mucho más armonioso y bello: saben a vericidad, paz, sosiego y calma, reflexión y hondura. Al revés de lo que nos logre parecer, el silencio es gozoso, fuente de alegría y armonía. No es la alegría prefabricada y falsa de la sociedad de consumo. El silencio aflora de la plenitud que habita en nosotros, y esa plenitud es Dios mismo. Empezamos a charlar en exactamente las mismas expresiones de Dios que mora en nosotros y charla por medio de nosotros. El silencio es, por consiguiente, una condición fundamental para hallar a Dios y de este modo poder charlar y accionar en su nombre. ¿Puede nuestra acción didáctica y evangelizadora tener éxito sin proteger esta dimensión fundamental?
- Nos hurtaron el silencio
Silencio y respiración
Respirar en silencio. Respira solo. Actividad primordial para subsistir a las turbulencias recientes. Visión. Bombardeados por información a lo largo de la mayoría del día, el silencio se transforma en nuestro mejor amigo. Desconectar nuestra cabeza de todo y estar en silencio es nuestra salvación.
“Inhalando, sé que estoy inhalando; espirando, sé que estoy espirando”.
Pues se sienten disgustados
Para bastantes hombres la furia es la contestación automática en el momento en que se sienten criticados, heridos, irrespetados, ignorados o aun tristes. De forma frecuente nos transporta tiempo percatarnos de qué es precisamente lo que desencadenó nuestra furia. El silencio semeja la opción mejor conforme reduce la furia. • En un caso así, el silencio impide decir cosas de las que entonces nos tengamos la posibilidad arrepentir e inclusive, para muchos que fueron educados para respetar a la mujer, impide lastimarla o dañar mucho más la relación.
Para un hombre sano no solo es esencial su felicidad, sino más bien asimismo agradar razonablemente a su pareja. Una mujer que está de forma continua insatisfecha desata en el hombre un sentimiento de impotencia para agradar a la mujer. Eligen mantenerse pasivos y empeorar las cosas que comenzar a debatir y empeorar las cosas; esto es, salvan la discusión.