La persona decepcionada siente íra, tristeza y enfado hacia el otro. Sentimientos desapacibles que hacen de la decepción un estado emotivamente incómodo.
Escrito por: Hermínia Gomà
“El hombre no puede vivir sin tener una seguridad durable de que hay algo indestructible en sí, con lo que tanto lo indestructible como la seguridad tienen la posibilidad de mantenerse ocultos para él de manera durable . Franz Kafka
De qué forma encararlo
Ciertas claves a tomar en consideración para enfrentar estos estados de decepción son:
- No te hagas ilusiones bastante para otros. Es esencial intentar ver y admitir a el resto personas como son y no como te agradaría que fuesen, esto es, admitir tu individualidad y independencia personal.
- Comprender que el otro no es ni ha de ser como tú deseas, ni es misión del otro realizar las esperanzas que te has construido.
- Admite que el resto no son ni se comportan siempre como tú, sino más bien según su planeta de valores, opiniones, principios y vivencias.
- En el momento de crear esperanzas y anticiparse a los hechos, es requisito entender distinguir los puntos que dependen de ti y los que no, centrarte y trabajar en los primeros. Asimismo con relación a los segundos, es esencial admitir que tienen la posibilidad de acontecer o no.
- Detectar y encauzar las conmuevas que brotan a consecuencia de las defraudes o desazones vividos. Es habitual y legítimo sentir tristeza, furia y frustración, pero cada uno de ellos debe estudiar a encauzar estas conmuevas.
- En ciertos casos puede ser útil charlar de estos sentimientos con alguien de seguridad que logre contribuir a contrastar y relativizar la situación. Y, si es viable, y si piensas que puede ser bueno, asimismo es conveniente comunicar estos pensamientos sobre la situación construída y los sentimientos conformados con la persona que provocó la decepción.
- Aprende a perdonar ahora liberarte de las malas intenciones para no caer en el rencor y el rencor, que acostumbran a dejar atascada a la persona.
- Regresar a confiar y arrimarse a el resto, si bien en ocasiones es precisa una separación anterior para administrar lo sucedido y poder enfrentar futuras relaciones y ocasiones sociales con ánimo nuevo.
¿Qué es el engaño?
Es una emoción mucho más dolorosa que cualquier otra y hace aparición en el momento en que un individuo no se ajusta a las esperanzas que edificamos sobre ella. Está relacionado con el accionar que tuvo la persona o con alguna situación que se presentó. La decepción es probablemente el sentimiento mucho más puro y también profundo que puede padecer un humano.
Esta decepción se genera en el momento en que aguardamos algo específicamente y en el momento en que se cumple, esa expectativa se cumple o no, pero de una manera diferente a la que aguardábamos.
¿Qué es el engaño?
Los estudiosos describen la decepción como una emoción, una manera de tristeza, tal como una sensación de pérdida, una brecha incómoda o dolorosa entre nuestras esperanzas y la verdad.
En el momento en que pensamos que hay algo que debemos tener para sentirnos contentos y satisfechos, la decepción es muy simple. Más allá de que son desapacibles, nuestras vivencias de decepción nos ofrecen información importante sobre nuestras opiniones sobre nosotros, otra gente y lo que nos hace realmente contentos.
Decepción que fatiga y duele
Hay hechos, datos, expresiones y actos que nos abren los ojos y nos detallan, con determinado encontronazo, que un individuo no era lo que aguardábamos.
- Lo mucho más posible es que jamás haya sido como creíamos pues, como ahora hemos señalado, el cariño tiende a idealizar el carácter de la gente.
- El cariño jamás hay que prestar con los ojos cerrados. Lo más difícil de todo lo mencionado es que, en lo que a conmuevas tiene relación, ahora nos encontramos accediendo en un lote en el que es realmente difícil supervisar lo que sentimos.
- Tenemos la posibilidad de admitir una decepción, tenemos la posibilidad de perdonar un fallo e inclusive cinco. No obstante, en el instante en que se genera una recaída, con independencia del mal provocado, indudablemente nos encontramos obligados a tomar una resolución.